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Pensamientos sobre el artista, el intelectual y la política

Muchas sucesos sacuden últimamente nuestro país, Bolivia. El artista o el intelectual, que tradicionalmente ha rechazado la política miope, sucia y deshonesta que se ha instituido en el país desde que tenemos memoria, siente que ya no puede seguir indiferente. Ve cómo mucha gente honesta, muchas vidas valiosas son sacrificadas sin remedio en aras de esta sociedad monstruosa que sin querer hemos ayudado a crear y desarrollar.

Muchos artistas e intelectuales, y creo que muchas personas de bien, sentimos que hasta no hace mucho hemos sido mantenidos ignorantes de nuestros destinos mientras se hacía víctimas de genocidio a nuestros hermanos y se saqueaba nuestra heredad. Al mismo tiempo cada día se hacía más estrecho el campo para la expresión, para la conservación y recreación de nuestra cultura, para el pensamiento y para la acción vital y creadora.

Cada vez estamos más llenos de basura, no sólo en las calles sino en la televisión, en los diarios y revistas. Ellos perpetúan el bloqueo mental al que nos acarrean a costa de mentira y sensacionalismo irresponsable, así nos arrebatan la serenidad para juzgar y disgregan nuestra capacidad de acción.

Entonces nos preguntamos muchas veces: ¿Vamos a hacernos los desentendidos con la esperanza ingenua de que la peste no nos toque?, ¿Vamos a dejarnos ahogar mansamente en este mar ruin e inconciente?

Y si decidimos que no, ¿Cómo vamos a defendernos?, ¿Cómo vamos a actuar? ¿Serán suficientes actuaciones personales y aisladas? ¿O será necesario que aunemos fuerzas y distintas expresiones para hacernos escuchar?

¿Con que medios contamos, si los medios están al servicio de intereses privados?

Vale la pena examinar posibilidades.

En primer lugar hay que reconocer que el país está cambiando. Se puede percibir que las luchas populares están cristalizando en acciones que han elevado el grado de esperanza de la mayoría de nuestro pueblo.

Estas preguntas que nos hacemos demuestran que sentimos la necesidad de reconsiderar nuestro trabajo y lucha personal ante el ejemplo de lucha colectiva victoriosa que nuestro pueblo nos ofrece. Tal vez con ese ejemplo podríamos juntarnos y contribuir a consolidar desde nuestras propias filas los logros de nuestra lucha popular.

Aunque casi todos los artistas e intelectuales en nuestro medio hemos sido formados para hacer un trabajo personal e individual, con tendencias individualistas y a veces comerciales, nos es muy difícil emprender tareas colectivas. Pero en nuestro pueblo existen también artistas populares que se han formado en el contacto con públicos masivos, especialmente en la radio y la televisión o en los eventos barriales y provinciales

Por otra parte existen jóvenes estudiantes o aficionados al arte que están dispuestos a un trabajo generoso de colaboración popular

Aunar a estas personas y sus capacidades en uno o varios grupos organizados debe ser una manera de intentar emprender trabajos o acciones que tengan alguna resonancia en los barrios y provincias, en la ciudad y el país.

Uno de nuestros primeros objetivos debe ser demostrar al pueblo y a sus dirigentes que los lenguajes de las artes y las culturas son herramienta imprescindible para la lucha, la educación y la transformación nacional. Y que son la garantía para que los mensajes pueden llegar a los muchos rincones y diferentes culturas del país.
 

 
—Lorgio Vaca 
 

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